Colonización de las mentes
La globalización es vista como la posibilidad de aumentar el comercio, la cultura, la capacidad de estar más conectados… Sin embargo, como ya hemos visto, la globalización encierra más miserias que bondades. Es por ello que ha sido necesario construir todo un imaginario colectivo que justifique su existencia y expansión. La estrategia es sencilla: si se asume la globalización como algo inherente al sistema será mucho más difícil rebelarse ante ella.
Las grandes aliadas de la globalización han sido las pantallas. Vivimos en un mundo cada vez más dominado por su presencia; un mundo que recuerda a 1984. Primero fueron las pantallas de cine, después la televisión y, finalmente, la popularización de los ordenadores e Internet. El psicólogo social Fernando Cembranos ha definido este proceso como la pantallización de la sociedad, algo que ha sido posible gracias a lo que denomina la escapada virtual. Para Cembranos, los seres humanos han pasado de habitar un entorno natural a uno artificial y, finalmente a un entorno virtual. En términos similares se expresa Fernández Durán al hablar de la tercera piel o infoesfera, una realidad virtual que domina prácticamente todos los aspectos de la vida. Cembranos nos ofrece un análisis del proceso mediante el cual las pantallas son útiles colonizadoras de las mentes:
Todo radica en la fuerza de las imágenes en movimiento. En un libro tienes que imaginar, utilizar el pensamiento abstracto. Sin embargo, las imágenes en movimiento aplastan el pensamiento abstracto y modifican el mapa cognitivo ya que el sujeto no se ve forzado a realizar ningún esfuerzo para interpretar lo que está viendo. De esta manera, se reducen las capacidades intelectuales complejas y la capacidad crítica, que surge de la imaginación y abstracción, se ve mermada.
Esta invasión de las mentes se ha visto reforzada por el desarrollo vertiginoso de las NTIC que han fomentado la creación de nuevas formas de comunicación a través de la pantalla. Paul Virilio alerta del voyerismo ligado a la “nueva televisión de anécdotas” en el que cualquier ciudadano anónimo puede mostrar u observar aspectos íntimos de su vida más privada.
Es de sobra conocido que el discurso fundamental de las pantallas se basa en la fragmentación a través de imágenes dinámicas. De esta manera, se construye en el imaginario individual y colectivo una realidad segregada y con escasa relación con la realidad “real”. Se obvian los ciclos de regeneración básicos de la naturaleza; se desterritorializa lo que está sucediendo al otro lado del planeta gracias a la capacidad de verlo aquí y ahora; se descontextualiza la realidad cercana ya que todo se observa con el mismo prisma de distancia y neutralidad. Los individuos se atomizan y se despreocupan de la realidad social con lo que se fragmenta la sociedad civil y se anula la protesta.
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