En este nuevo capítulo, se expone la estrategia utilizada para la expansión del discurso globalizatorio: primero desde el punto de vista geoestratégico para después explicar cómo se ha ido transformando el imaginario colectivo a favor de esta lógica globalizadora.
Comunicación y desregulación neoliberal
En los últimos 20 años se viene produciendo un desarrollo de las nuevas tecnologías al amparo del modelo de Sociedad de la Información, ideado en EEUU a principios de los 90. Esta forma de concebir la comunicación viene a sustituir a la propuesta del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación propuesta por Mac Bride en su famoso informe. Dicho informe reclamaba mayor protagonismo de la sociedad en los flujos de información, de manera que se fortaleciera la democracia y se acabara con la hegemonía de los grandes grupos de comunicación a los que se acusaba de legitimar procesos de dominación y colonialismo. Este informe fue rechazado por EEUU, en plena expansión neoliberal, que abandonó la UNESCO hasta que este organismo renegó de los postulados de Mac Bride y aceptó el modelo de la Sociedad de la Información. Comenzaba así el proyecto de consolidación de la globalización como señala en un reciente artículo J.V. Barcia:
Sobre las cenizas del trabajo de Mac Bride y su comisión, se consolidaron las posiciones que Occidente había tenido respecto a sus políticas infocomunicativas. De este modo, el expansionismo occidental se vio reforzado en su capacidad de globalizarse por el Proyecto de la Sociedad de la Información y por la irrupción de las nuevas tecnologías, cuyo control volvía a garantizar la dependencia e indefensión de la periferia.
El proyecto de la Sociedad de la Información se sustenta en la necesidad que tienen los países dominantes de fortalecer esta dominación y ampliarla. En este sentido, resulta esclarecedora la reflexión que hace Mattelart acerca de la Libertad de Expresión Comercial que se superpone a la Libertad de Expresión Individual: se sitúan los derechos de las empresas –tremendamente poderosas de antemano– por encima de los derechos de las personas, de manera que puedan invadir (estamos hablando en términos comunicativos, aunque esta práctica es extensible a otros ámbitos) la realidad personal de los individuos con mensajes comerciales y acoso publicitario. Actualmente, se puede observar como la publicidad de redes como Facebook, Twitter, Google, etc., utilizan los perfiles personales de los usuarios para dirigirles mensajes publicitarios personificados, con las consecuencias éticas que esto conlleva y que ya están siendo discutidas en diferentes círculos judiciales. Además, la Sociedad de la Información crea nuevos procesos de exclusión, como señala Jöel de Rosnay; ya no se trata de crear brechas financieras (entre los que tienen y los que no), si no de crear brechas tecnológicas entre los que saben y los que no saben, entre los que pueden y no pueden acceder a estas tecnologías.
Aunque el desarrollo de la Sociedad de la Información y la consiguiente extensión de la globalización se ha llevado a cabo por los principales países occidentales, EEUU ha jugado un papel crucial como modelo a imitar y líder a seguir. EEUU ha mantenido una lógica neoliberal en materia de comunicaciones que casa a la perfección con la política expansionista desarrollada principalmente tras la Segunda Guerra Mundial. Este Libre Flujo de Información, paralelo al Libre Flujo de Mercancías como señala Mattelart, oculta un interés por la dominación de los contenidos y el control del discurso gracias a la concentración de la actividad informativa en empresas afines a los intereses estadounidenses. Asimismo, la situación privilegiada de EEUU en materia de telecomunicaciones justifica este interés en la liberalización del mercado de la información tal y como apunta Schiller. El problema radica la arrogancia estadounidense que observa el mismo autor y que fuerza a que este país se considere guardián y valedor de los valores supremos de la humanidad como ha demostrado con su intención de “llevar la democracia a Iraq”. Esta estrategia expansionista se ha visto reforzada por una absoluta desregulación, como señala Asdrad Torres, que comenzó en EEUU a través de la aprobación de medidas que permitían la concentración de empresas mediáticas. Esta afán desregulatorio tuvo su apogeo en la era Reagan y culminó con una desregulación total en la era Clinton y ante la se demostró la ineficacia, acaso buscada, de la FCC (Federal Comission of Communications).
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