Realidad de una ideología global.
Desde hace algunos años, muchos teóricos se vienen preguntado qué es la globalización. Esta serie de textos trata de abordar el fenómeno desde la perspectiva de la comunicación, sin perder de vista que la globalización es el resultado de la interrelación de muchos fenómenos complejos.
Por ello, en un primer momento, se hace fundamental definir qué es la globalización. Luis González, tomando como referencia a Toni Negri, define la globalización como sigue: “Un estadio nuevo del capitalismo que abarca por completo el sistema socioeconómico; una extensión del mercado a más territorio y más facetas de la vida”. Desde esta óptica, es interesante observar como el fundamento de la globalización se relaciona de manera intrínseca con la economía, al tiempo que se extiende el fenómeno a parcelas que en un principio permanecían ajenas al mercado, como es el caso de los cuidados, de las relaciones personales o de la participación en sociedad. A través de la monetarización de estos procesos, que antes se realizaban en el contexto de la esfera privada, se consigue que prácticamente todo tenga que pasar por el mercado. Vandana Shiva, reconocida eco feminista hindú, señala los peligros de la globalización en Manifiesto para una democracia de la tierra:
La globalización empresarial destruye las economías locales y nacionales, así como los medios de vida y los puestos de trabajos generados por las economías domésticas, en beneficio del negocio empresarial y del crecimiento financiero. Esto genera inseguridad, que se traduce en miedo y exclusión, y abona el terreno para la aparición tanto de una política de identidades estrechas como de unas ideologías excluyentes.
Para que la globalización haya tenido éxito, ha sido necesario engrasar una maquinaría basada en la velocidad y la deslocalización con el objetivo de alcanzar la máxima rentabilidad de beneficios. Proliferan las fábricas en países del tercer mundo de empresas transnacionales que reducen costes gracias a los míseros salarios que pagan; cada vez son más los llamados barcos-fábrica, que recogen una carga de piezas y trabajadores en un puerto del tercer mundo y, mientras llega a un puerto del primer mundo, se monta el producto final. Son dos ejemplos de la lógica de la globalización: el mayor beneficio al menor coste. Sin embargo, para que esto haya sido posible ha sido necesario crear toda una maquinaria de control y de colonización de las mentes que legitime el discurso preponderante.
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